Por Andrea Inzunza, terapeuta integrativa
La vida, esa tremenda experiencia que comienza cuando nacemos, tiene interrogantes, sucesos, penas, alegrías, logros y fracasos, pero tan solo UNA certeza: algún día nuestro cuerpo físico morirá.
Y siendo la única certeza, al menos en nuestra cultura occidental, hablamos muy poco de ello.
La muerte es definitiva, irreversible y desgarradora. Por lo mismo evitamos hablar de ella. En cuántas sobremesas de fin de semana exponemos cómo nos gustaría morir, detalles de nuestro funeral o dónde queremos ser sepultados?
Es un tema incómodo que evadimos y postergamos, quizás porque de alguna manera pensamos que ello posterga también la muerte.
¿Cómo enfrentar la muerte?
Desde tiempos incluso antes de Cristo, diversas culturas han tenido ritos fúnebres donde se acompaña a la persona fallecida, con regalos para este viaje a lo desconocido y esperanzados en que pasaban a otra vida mejor.
Hoy quisiera compartirles algunas reflexiones sobre mi rol de acompañamiento al moribundo y su círculo cercano.
¿Qué sucede con aquellos enfermos terminales que además de padecer estragos en su cuerpo físico, esperan por la muerte? ¿Cómo les acompañamos en este proceso que en ocasiones puede tomar meses?
Como Terapeuta Transpersonal, utilizo una de las herramientas que se aplican para sanar, en este caso para el bien morir. La Psicocirugía, que consiste en una operación energética tal como en un quirófano, acompañada de guías espirituales y maestros de la más alta luz.
Si bien los efectos de la cirugía no se traducen en una mejoría para que el enfermo se quede en la vida terrena, si ayuda a que pueda pasar al otro plano de manera liviana y luminosa.
Quien está por morir, en ocasiones alarga la agonía por diferentes causas. Despedirse de un familiar que no está cerca, temas de herencias, algún secreto no revelado o quién cuidará a sus hijos o mascotas.
Pero en el ámbito más espiritual, el moribundo también tiene miedo: de que “el otro lado” no sea como siempre ha creído, de quién le estará esperando para darle la bienvenida y de lo desconocido.
En mi rol de acompañar este proceso puedo contar que pasan cosas extraordinarias en medio del dolor de la partida. Al ayudarles a cortar con las ataduras a lo terrenal y pedirles a los seres de luz que les muestren hacia donde van, es hermoso ver cómo sus cuerpos dejan de estar en tensión y sus facciones se suavizan.
Si sus madres han partido antes, siempre ellas son quienes los vienen a buscar para conducirlos a la eternidad. Seres de luz y guías espirituales se congregan para blindar esa alma que asciende y en conjunto a sus seres queridos que ya habían partido.
Así como cuando el equipo médico está recibiendo al recién nacido, de la misma forma aspiro a que todo moribundo tenga una mano amorosa y una voz susurrando: ve tranquilo/a, todo estará bien, pues vuelves a casa.
Andrea Inzunza Díaz – Terapeuta Transpersonal
Instagram: @terapias_andreainzunza












