Por Hugo Tagle
Sacerdote, licenciado en Teología de la Universidad de Münster, Alemania, y Doctor en Ciencias de la Comunicación.
Como siempre en la historia de la Iglesia, sobre todo los últimos Papas, han sido elecciones sorpresivas las que nos han, en parte, desconcertado.
Ahora no fue la excepción. Si bien el Cardenal Prevost – americano-peruano y prefecto de la congregación para los obispos – figuraba entre los “papables”, eran otros los más populares, al menos para los medios.
Pero los cardenales pensaron distinto. Y rápidamente eligieron un nuevo sucesor de Pedro.
¿Fue buena decisión? ¡Por supuesto! El Cardenal Prevost conoce bien la realidad de la Iglesia. Estuvo muchos años como Cardenal Prefecto de la congregación para los obispos.
Tiene una gran experiencia pastoral en una diócesis aislada de Perú, donde sirvió como misionero primero y luego como obispo.
Es americano, nacionalizado luego peruano. Pero nacido y crecido en Chicago, hijo de un militar y madre española. Su lengua materna es el inglés y habla perfecto español e italiano.
Las aprensiones ante la Iglesia americana y ese gran continente país nos podemos imaginar que estuvieron presentes.
Pero no jugaron un papel importante. Más importante es el servicio a la Iglesia universal y con ello al mundo entero.
La elección de nombre León XIV, el papa inesperado, en realidad es muy acertada para este tiempo.
En continuidad con el Papa que abre la Iglesia a las “nuevas realidades”, con fuerte vocación social y de comprensión del mundo moderno.
En ese sentido, en la línea de los Papas anteriores, comenzando con Juan XXIII, siguiendo con Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto y finalmente Francisco. Todos quedan incluidos en este nuevo sumo pontífice.
Tiene grandes desafíos por delante. Ya comenzó hablando de la paz, como fruto de la experiencia con Cristo Resucitado.
En ese sentido, se le viene difícil ya que hay muchas esperanzas en lo que la Iglesia pueda hacer por la paz en zonas como Ucrania y Medio Oriente.
Deberá atender a zonas alejadas que esperan una palabra de aliento. Y continuar con los esfuerzos por mayor cercanía a otras confesiones especialmente musulmanes.
Sin duda para Latinoamérica significa un punto de especial esperanza, ya que es latino y americano.
Para la Iglesia americana es también un signo de encuentro y cercanía, a pesar de que gran parte de su vida sacerdotal la realizó fuera de USA. Obviamente se siente y sabe americano. Y seguramente será de los primeros países que visite.
Deberá hacerse cargo del año jubilar y de un par de visitas apostólicas postergadas por el Papa Francisco. Más adelante, tendrá el encuentro de jóvenes en Seúl, el 2027.
Se vienen interesantes y fascinantes tiempos para la Iglesia.
El nuevo Papa, León XIV, el papa inesperado, será protagonista central de ellos.